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Es frecuente que a lo largo del desarrollo de nuestros hijos nos surjan dudas acerca de su crianza y nos preguntemos si lo estaremos haciendo bien, o no sepamos cómo afrontar ciertas situaciones. Estos temores y dificultades son normales, pues nadie nos prepara para ser padres y educar a nuestros hijos, y enfrentarse a esta tarea y lograr que desarrollen todo su potencial intelectual y socioemocional es todo un reto.

Hay ocasiones en que toda la buena predisposición y el cariño de los padres no son suficientes para ayudar a su hijo. Por otra parte, el mero paso del tiempo tampoco supondrá la solución a un problema, sino todo lo contrario, ya que puede servir para consolidar las conductas disfuncionales.

Entonces… ¿Cómo detectar que ha llegado el momento de acudir a los psicólogos para niños?

Algunos síntomas que deben ponernos en aviso de que hay un problema ante el que es necesario contar con la ayuda de un profesional en esta área, son los siguientes:

  • Cuando se trata de un problema persistente, no se trata de una conducta pasajera o una reacción puntual a una situación cambiante, sino que ya hapasado a formar parte de las características que se le adjudican habitualmente al niño (se dice de él que “es muy rabioso”, “es tímido”, “tiene miedo de hacer cosas solo”).
  • Cuando no presenta las mismas habilidades y desempeño que otros niños de su edad en algún área del funcionamiento (social, emocional, cognitivo) y esto se prolonga varios meses. Este sería el caso de problemas en la comprensión lectora, en la atención y concentración, dificultad para controlar sus impulsos o tolerar la frustración, entre otros.
  • Cuando su comportamiento le impide disfrutar o sacar aprovechamiento de las cosas que hace o que tiene que hacer (no se relaciona bien en el colegio, no tiene buen rendimiento en clase…), o le lleva a experimentar malestar por actividades o situaciones cotidianas (dormir solo, ir de excursión con el colegio, tocar objetos que puedan estar sucios, etc.)
  • En otra línea distinta, cuando quien experimenta el malestar no es el propio menor, sino el entorno, ya sea familiar o escolar, donde el funcionamiento normal se ve interferido por el comportamiento del menor. En este caso identificaríamos los problemas de conducta disruptiva, en que el menor se  niega a cumplir con lo que se le pide o demora mucho en atender las instrucciones de adultos, tiene malas contestaciones o faltas de respeto, se muestra agresivo o desafiante con los adultos, etc.
  • Cuando, de mantenerse dicho problema, podemos prever que a largo plazo las consecuencias negativas serán de mayor envergadura. Por ejemplo, suspender una única asignatura en 5º de Primaria puede parecer poco alarmante, en cambio, si nos planteamos que ese suspenso es una pista de bajo rendimiento académico y que dentro de unos cursos la complejidad y exigencia será muy superior, o acaso esté reflejando otros problemas emocionales o conductuales, no dudaremos en poner las medidas necesarias para garantizar que adquiera las estrategias que le permitirán afrontar de manera adecuada la situación

Llegados a este punto, se hace necesario contar con un experto (psicólogos para niños). La intervención de un profesional en psicología infantil nos permitirá dar como padres la mejor ayuda a nuestro hijo, y solucionar de manera rápida y eficaz los problemas que se hayan planteado, lo que redundará no solo en su bienestar sino en nuestra tranquilidad y en un mejor clima familiar.

 

Maiana García

Psicóloga habilitada sanitaria

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